A finales de 1971, librerías y galerías de arte españolas sufrieron los ataques de grupos de ultraderecha. Desde las primeras incursiones nocturnas con pintura, incrementaron vertiginosamente su grado de violencia hasta consumar la destrucción de los grabados de la Suite Vollard en la galería Theo de Madrid. Tradicionalmente, estas agresiones han sido incluidas en una secuencia más amplia de atentados contra la cultura que se prolongaron hasta los albores de la democracia. Sin embargo, sus circunstancias sugieren que fueron acciones específicas y planificadas que conformaron una auténtica campaña. Su propósito era la destrucción de un símbolo: el nombre de Picasso.

En su libro Picasso en el punto de mira: la picassofobia y los atentados a la cultura en el tardofranquismo (Universitat Autònoma de Barcelona, 2018), Nadia Hernández Henche recuperaba la memoria de dichos atentados y analizaba su responsabilidad ideológica. Esta ofensa a Picasso no suscitó ninguna respuesta oficial, ni siquiera en Barcelona, ciudad picassiana que, en pleno franquismo, inauguró un museo dedicado al artista y lo amplió para acoger sus donaciones. En cambio, provocó una respuesta artística en forma de proyectos privados, y en ocasiones clandestinos, destinados a desagraviar a Picasso. Bajo el lema «contra la violencia, inteligencia», constituyeron espacios de conciliación ética y estética. Su análisis aporta otro punto de vista a la interpretación de la recepción del artista y pone de relieve que favoreció la aparición de conductas intelectuales y artísticas críticas ante el franquismo.

Nadia Hernández es licenciada en Geografía e Historia, especializada en Historia del Arte por la Universitat de Barcelona, y cuenta con dos diplomaturas internacionales en conservación-restauración. Ha trabajado en colecciones públicas -en el departamento de restauración del MNAC y en la conservación preventiva de exposiciones temporales de la Fundació “la Caixa”- y como conservadora de colecciones particulares. Entre 2013 y 2015, fue directora de la Fundación Francisco Godia, donde previamente realizó labores de conservación de la colección y dirigió los montajes de exposiciones temporales.

También ha ejercido la docencia y ha escrito artículos de investigación para diversas publicaciones y críticas de arte en diferentes medios de comunicación. En 2022, comisarió la exposición Homenaje a Picasso. Vallauris, 1972, que presentaba una colección recientemente adquirida por la Fundación Vila Casas de Barcelona: 400 tapetes dedicados a Picasso, “intervenidos” por más de 270 autores como homenaje de desagravio al pintor, siguiendo el encargo del el joven galerista Santiago Palet, que los presentó en 1972 en las salas de la Association Vallaurienne d’Expansion Céramique de Vallauris.