Au rendez-vous des poètes. Picasso y los libros
Un recorrido por la exposición
Introducción
Edward Quinn. Picasso en su biblioteca. © The Edward Quinn Archive
Desde muy joven, Picasso ilustraba textos literarios en revistas. Sus amistades eran, ante todo, poetas. El fruto de esos contactos fue, por un lado, más de 150 libros ilustrados y, por otro, una base cultural y creativa necesaria para cargar su pintura del conocimiento y la sensibilidad aprehendidos entre versos, estrofas y capítulos.
La expresión que da título a la muestra significa punto de encuentro de poetas, y era el aviso que Picasso escribió con tiza en la puerta de su taller del llamado Bateau-Lavoir en París. Un lugar mágico —al menos según la descripción de Apollinaire— donde se fraguó el lienzo que marcaría el destino de la modernidad: Las señoritas de Aviñón. Por tanto, se puede deducir que la poesía fue una de las principales fuentes de inspiración para el artista.
Picasso prefería la compañía de poetas a la de pintores. Stein, Cocteau, Reverdy, Eluard, Parmelin o Alberti forman parte de una larga lista de autores que convivieron con él, influyeron en su obra o se vieron favorecidos por ella.
Picasso participó en libros por amistad con sus autores y, a veces, por interés en una causa concreta. Rara vez tuvieron una repercusión económica favorable para él. De hecho, la mera aparición de su nombre en las portadas implicó una gran visibilidad y ganancias para las editoriales difícil de valorar. Y, por encima de todo, Picasso supo extraer de cada libro, de cada autor y de cada personaje todo lo necesario para aportar a su obra plástica y literaria ideas, personajes, contenidos e iconografías de especial trascendencia.
El modernismo catalán y la Generación del 98. Juventud en Barcelona y Madrid
Lectura despues de la cena
Tinta china a pincel, 1901. Ilustración para Orgía macabra, de Baroja (Arte Joven, n. 1, p. 3)
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
En su primera juventud, en Barcelona, Picasso había encontrado en Els Quatre Gats su propia tertulia, a semejanza de la que su padre, el pintor José Ruiz Blasco, tenía en la botica de Mamely, a unos metros de su casa en la malagueña Plaza de la Merced. Sus gustos estéticos y objetivos artísticos eran, en cambio, muy diferentes a los de su progenitor. Picasso se adentró en el modernismo catalán con un grupo de jóvenes liderados por Ramón Casas y Santiago Rusiñol. Y en la capital catalana conocería a escritores como Ramon Reventós. Otro amigo fiel de la juventud, Jaime Sabartés, se convirtió en su amigo fiel y el secretario que Picasso necesitaba tras su crisis personal de 1935, y permaneció junto a él hasta su muerte en 1968.
De su periodo de juventud modernista datan ilustraciones para revistas catalanas como Joventut o Catalunya artística, en unos contextos con clara influencia de los diferentes movimientos culturales europeos y las nuevas ideas que se extendieron durante el Fin de Siglo, especialmente en París. Un ejemplo de ello son las ilustraciones, en línea con la angustia existencial de Edvard Munch, para los poemas de Joan Oliva Bridgman que podemos ver en esta exposición.
Tras salir por última vez de Málaga en enero de 1901, Picasso viajó a Madrid, donde fundó la revista Arte Joven junto al escritor catalán Francisco de Asís Soler y se encargó de su dirección artística. En la revista madrileña compartió páginas con importantes autores de la Generación del 98 como Unamuno, Azorín o Baroja. Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox, célebre novela de este último, fue publicada en fragmentos como el titulado Orgía macabra, que Picasso ilustra con su dibujo Lectura después de la cena.
El Bateau-Lavoir: la bohemia cultural parisina
Los dos saltimbanquis.
Punta seca sobre cobre, 1905
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
El Bateau-Lavoir, bautizado así por Max Jacob por recordarle a los barcos-lavadero del Sena, era el taller de Montmartre donde Picasso recibía casi a diario a sus amistades desde 1904. Pronto se convirtió en punto de encuentro de pintores y poetas, bohemios o estrafalarios en su mayoría, que cambiaron el curso de la historia del arte, aunque eran bastante desconocidos en aquellos años.
Elegante y sentimental, a diferencia de Max Jacob y Apollinaire, André Salmon fue el primero en publicar un libro con un original del malagueño. Se trataba de un conjunto de poemas publicados en 1905 y Picasso, para ayudar a su financiación, ofreció su punta seca Los dos saltimbanquis, que se incluyó sin apenas márgenes en los primeros diez ejemplares de la tirada. El grabado que vemos en la exposición, con amplios márgenes, pertenece a la Suite de los Saltimbanquis, recopilada y editada por el marchante Ambroise Vollard en 1913 y de la que esta Casa Natal tiene un ejemplar en depósito, propiedad de la Fundación Málaga.
Max Jacob fue, junto a Apollinaire, el gran amigo de la juventud de Picasso en París. A él le dedicó múltiples ilustraciones, como las de su místico personaje San Matorel. El aguafuerte El convento y la aguatinta Naturaleza muerta con cráneo, presentan un tratamiento del espacio y los volúmenes característicamente cubistas y son ejemplos de las escasas incursiones de Picasso en el grabado durante ese periodo.
Las Crónicas de los tiempos heroicos, publicadas en 1956, componen un recuerdo de la época del Bateau-Lavoir, que el poeta tardó todo un año en redactar. El texto, a menudo hermético y deslavazado, no pretende ser una memoria elaborada, sino un cotilleo con la simple intención de distraer. Picasso realizó para las Crónicas tres litografías y tres puntas secas. Con ellas diseñó las cubiertas, la portada y añadió la imagen de un hombre desnudo de espaldas junto a tres bellos retratos de Jacob, uno de ellos escribiendo.
Por último, la exposición incluye un fragmento de la elegía que Rainer Maria Rilke realizó tras haber visto el lienzo de 1905 Familia de saltimbanquis, actualmente en la Galería Nacional de Arte de Washington. El poeta alemán había podido ver la obra en Munich, en la casa de Hertha König, que la adquirió en 1915. El impacto de enfrentarse en directo al lienzo fue importante para Rilke, como muestra la quinta de las Elegías de Duino, que acompañamos con un grabado de temática similar.
Su primer gran proyecto de ilustración: el Bestiario o Cortejo de Orfeo de Apollinaire
Escena en un interior y águila
Lápiz y gouache rojo, 1907-1908
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
Picasso realizó 156 libros ilustrados en toda su trayectoria y, sin embargo, su primer gran proyecto de ilustración no llegó a ver la luz. Se trata de El Bestiario o cortejo de Orfeo, un divertimento poético de Guillaume Apollinaire que representa un desfile de animales con un sentido órfico y cristológico.
En paralelo a la gestación de Las señoritas de Aviñón, junto a mujeres desnudas, castellers catalanes y algunos retratos o bodegones, se fueron haciendo hueco imágenes de animales, realizadas a un solo trazo, entre las páginas de sus dieciséis cuadernos preparatorios.
Era la primavera de 1907. En el séptimo cuaderno, propiedad del Ayuntamiento de Málaga y depositado en esta Casa Natal, Picasso comienza a esbozar los característicos dibujos a un solo trazo que estaban destinados a ilustrar el Bestiario. Incluso llegó a realizar expresamente dos xilografías de un pollo y un águila, y Apollinaire anunció en 1908 su próxima aparición con «imágenes al trazo, grabadas en madera». Pero el tiempo fue pasando y, cuando el pintor estaba ya inmerso en pleno cubismo, el autor tuvo que optar por el estilo más alegre y decorativo de Raoul Dufy para la edición definitiva que se publicó en 1911.
Literatura de compromiso
Cubierta para Sueño y mentira de Franco
Reproducción del título diseñado a mano por Picasso, en papel blanco recortado y pegado sobre papel tintado en azul, 1937
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
«Ya no pintaré más», escribió Picasso en agosto de 1935. En plena crisis personal, decidió volcarse en la literatura, dejando en segundo plano la pintura. Algo inaudito.
Dos años después, tras el estallido de la Guerra Civil, Picasso cambia el foco de sus preocupaciones. De la búsqueda introspectiva pasa a centrarse en el dolor ajeno, aunque a menudo lo expresa con los elementos que venía utilizando, como la batalla entre el toro y caballo.
Sueño y mentira de Franco, la carpeta que diseñó, escribió, ilustró e incluso editó el propio Picasso, fue «donada al pueblo español», según señala su boletín de suscripción. Los fondos recaudados se destinaron a la causa republicana. Junto a las caricaturas del general, el artista arrojó innumerables imágenes en forma de palabras, con ese lenguaje tan característico que evita toda puntuación y cualquier lógica narrativa convencional.
A partir de ahí, y con el importante hito de Guernica, Picasso participará en numerosas publicaciones que podemos llamar de compromiso social y político, para acabar creando un símbolo universal: la paloma de la paz, que nos trae a la infancia malagueña de Picasso en la Plaza de la Merced y al gusto casi obsesivo de su padre por criar y pintar palomas.
Picasso, la Resistencia y la literatura comprometida
El rostro de la Paz
Litografía, 29 septiembre 1951
Incluida en el libro Le visage de la Paix, de Picasso y Eluard (Cercle d'Art, 1951)
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
Durante la Segunda Guerra Mundial, Picasso se las arregló para mantenerse a salvo de los objetivos nazis. Recibía con frialdad las molestas visitas de oficiales a su taller, los trataba con desconfianza y, a menudo, con sarcasmo. Repartía estampas de Guernica diciéndoles: «Llévenselas. ¡Souvenir! ¡Souvenir!», y cuando el embajador Otto Abetz le preguntó si esa obra la había hecho él, respondió: «No, la han hecho ustedes».
Desde 1935 hasta su muerte en 1952, Paul Eluard fue quizá el más íntimo amigo de Picasso. Muy implicado contra el levantamiento y la guerra en España, escribe el poema La victoria de Guernica inspirado por el lienzo que denuncia el bombardeo. Desde entonces, el pintor colaborará con él, así como con otros autores de su entorno más cercano como Hélène Parmelin en diversos libros que daban a conocer causas relativas a héroes de la Resistencia Francesa y otros casos afines al Partido Comunista tras la guerra, como Madeleine Riffaud, Henri Martin o Max Barel. Para ellos, Picasso solía hacer retratos basados en fotografías que a veces se repartían en estampas para obtener una mayor visibilidad. Otro ejemplo es el de Djamila Boupacha, que Simone de Beauvoir publicó en la prensa francesa y, en su formato de libro apareció en múltiples idiomas.
Antes de la guerra civil, rara vez Picasso expresó su posición política en público. Sin embargo, su fraternal amistad con Eluard y la relación con Dora Maar le empujaron a tomar parte de lleno en la realidad sociopolítica del momento, dejando atrás el periodo en el que las preocupaciones eran ante todo artísticas y personales.
Picasso frecuentaba el Comité Nacional de Escritores, instrumento del Partido Comunista Francés creado para luchar, desde las letras, contra el invasor. Sartre, Duhamel o el propio Eluard se encontraban en dicho comité desde muy temprano, así como otros cercanos al pintor: Aragon, Lucien Scheler, Jean Cassou, Tristan Tzara o Claude Roy. Muchos de ellos aparecen representados en esta exposición.
Madeleine Riffaud y otros héroes de la Resistencia
El hombre del clavel: retrato de Nikos Beloyannis
Tinta sobre papel, 1952
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
Con diecinueve años, Madeleine Riffaud abatió a un soldado nazi en el antiguo puente de Solférino de París, junto al Museo del Louvre. Se había unido a la Resistencia tres años antes, cuando solo tenía dieciséis.
Desde su juventud escribía poesía y, en su periodo de combatiente de la Resistencia frente a la ocupación nazi en Francia, utilizó el apodo alemán «Rainer», un nombre con el que demostraba no tener prejuicios contra los sus enemigos de guerra. Lo eligió como homenaje a Rilke, uno de los mayores exponentes de la literatura en alemán, del que hemos leído una elegía en la primera sala.
Detenida por la Gestapo, fue interrogada, torturada y enviada a un campo de concentración. Consiguió escapar saltando del tren en un traslado, pero volvió a ser detenida y condenada a muerte.
Finalmente, fue liberada en un intercambio de prisioneros y, a los pocos días, entró en París en un carro blindado. Picasso la apadrina y le realiza un retrato que se publica en su primer libro, El puño cerrado, de 1945. En el dibujo que Picasso hace de ella, su mirada transmite fuerza y determinación. No es simplemente una escritora o una bella joven. La suya es la mirada de una auténtica guerrillera.
Picasso realizó retratos a muchos de estos personajes que hoy nos resultan lejanos, como el líder de la resistencia griega Nikos Beloyannis. Miembro del Ejército Popular de Liberación Nacional de Grecia, fue condenado a muerte y el mundo cultural de izquierdas se movilizó sin éxito en su apoyo. Para el libro Asesinato en Atenas, que podemos ver en la exposición, con texto de Pierre Courtade y Claude Roy y prefacio de Eluard, Picasso colaboró con un dibujo basado en una fotografía publicada en prensa, donde se ve a Beloyannis en la imagen que se hizo famosa de él: el hombre del clavel.
La corrida de luto
las colgaduras de luto ...
Tinta sobre papel, Royan, 3 de julio de 1940
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
Son más de cuarenta páginas, según me ha dicho Miguel, quien la está pasando en limpio. Lo divertido es que he conseguido escribir tantas páginas sobre la corrida de luto, pero aún no he logrado sacar al ruedo el primer toro… ¿Qué me dices?... ¡Cuarenta páginas y todavía no he podido empezar la corrida!
Así contaba Picasso a Roberto Otero que tenía una «pieza de teatro» sin publicar. Pero era 1968 y la realidad es que la cita parece olvidar la seriedad que el asunto tenía 28 años antes.
La corrida de luto es una respuesta literaria a la invasión de Francia por los nazis en junio de 1940. Picasso lo escribe en Royan, adonde había llegado el año anterior huyendo de la contienda. El extenso texto, íntegramente en español a excepción de una página, fue escrito entre el 3 de julio y el 19 de agosto, trabajando en él casi a diario, algo sorprendente puesto que en los meses anteriores apenas había escrito unas líneas, casi todas ellas en francés.
Como hiciera en Guernica o en Sueño y mentira de Franco, Picasso se sirve del símil taurino para expresar el horror ante la muerte y la barbarie de la guerra. Para él, no existe otra forma de expresarse que su lenguaje interior, y ahí juegan un papel crucial los orígenes. Las palomas, los toros y el mundo de los pescadores y el mar son, a menudo, el comodín para hablar de los asuntos más trascendentales.
Cocteau y Radiguet
Retrato de Raymond Radiguet
Lápiz sobre papel, 1920
Reproducción en fototipia para Les joues en feu (1925)
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
En sus últimos años, Picasso llegó a ironizar con Geneviève Laporte sobre su relación con Jean Cocteau, diciendo que le caía mal por haberle presentado a su mujer Olga Jojlova. Sin embargo, fue un amigo muy cercano y lo introdujo en el elegante mundo de los Ballets Rusos. Era un soplo de aire fresco para alguien como Picasso que, en poco tiempo, había perdido a su padre y a su compañera sentimental Eva Gouel, además de su inseparable perra Frika.
Cocteau escribe una de las primeras monografías sobre Picasso en 1923, precedido en 1919 por una poética Oda a Picasso. Y en 1961, con motivo del 80.º cumpleaños del artista, el editor Pierre Bertrand recopila once textos del poeta que reflejan su amistad y admiración. Picasso ilustra el volumen con 24 litografías que recuerdan al estilo y los temas preferidos de Cocteau.
En 1919, Cocteau conoce a Raymond Radiguet, un talento precoz que sorprendió al mundo literario parisino. El autor de la trilogía de Orfeo se convierte en su gran animador y ambos se vuelven inseparables. Había publicado ya dos novelas y colaborado en las principales revistas de la vanguardia (Sic, La nouvelle revue française, Littérature o Les feuilles libres), además de fundar Le coq. Con tan solo 18 años, el marchante del cubismo Kahnweiler le publicó su obra teatral Los pelícanos.
Murió a los 20 años, pero Radiguet sorprendió a los intelectuales de París hacia 1920 pese a su juventud y el propio Picasso no pudo sustraerse al atractivo rebelde del adolescente, como podemos ver en el retrato que le hizo cuando tenía diecisiete años y que se publicaría póstumamente en el libro de poemas Les joues en feu (Las mejillas en llamas).
Yvan Goll, otro surrealismo
Élégie d’Ihpétonga
Aguada sobre papel litográfico transferido a la piedra, 11 abril de 1949
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
La guerra lo cambió todo. Le siguió una época de mercantilismo, y las pinturas se vendieron. Y no solo las telas, sino también los hombres. Hemos visto a Picasso, ese orgulloso artista, hacer contra la época dibujos puros, arte griego, cosas falsas, que traicionan el espíritu de los tiempos.
Con estas palabras, que Yvan Goll firmaba en el único número que pudo publicar de su revista Surréalisme (n.º 1, octubre 1924), se distanciaba de quienes, como André Breton, situaban a Picasso como modelo de lo que el nuevo arte debía hacer. Eran tiempos de las veladas dadaístas, que a menudo los Breton, Eluard, Aragon, Tzara o el propio Goll acababan a puñetazos y con la intervención de la policía.
En 1949, 25 años más tarde, el panorama era un poco distinto. Goll, que había tenido que huir de Europa perseguido por los nazis por su condición de judío, publica dos colecciones de poemas en un mismo libro. El primero de ellos, Elegía de Ihpetonga, dedicado a Picasso, trata sobre los rascacielos de Nueva York en contraste con los tótems nativos de la zona. El segundo, Máscaras de ceniza, se compone de siete poemas dedicados a su esposa Claire que hablan de vida, enfermedad y muerte, en clara alusión a la leucemia que le habían diagnosticado unos años antes.
Y Picasso enriqueció el libro con cuatro litografías de rostros de faunos, dos de ellos con formas que recuerdan a los signos que había hecho para Reverdy en Le chant des morts.
Negritud: Picasso y Aimé Césaire
«Negre, negre, negre...». Retrato de Aimé Césaire laureado
Punta seca y raspador sobre cobre, 15 de noviembre de 1949.
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
Aimé Césaire (1913-2008) fue un poeta cercano al surrealismo y político procedente de la isla caribeña de Martinica, en los territorios de ultramar franceses. En compañía de grandes personajes como Léopold Sedar Senghor, que sería primer presidente tras la independencia de Senegal, o el poeta guayanés Léon-Gontran Damas, fundó la revista El estudiante negro. Los tres poetas, en defensa de sus raíces, desarrollaron el concepto de negritud, convirtiéndolo en un movimiento cultural, político, social y ante todo identitario que trataba de investigar y reafirmar, desde la modernidad vanguardista, la identidad afrocaribeña frente al colonialismo imperante.
Picasso conoció a Césaire, a quien llamaban «el negro fundamental», en el Congreso Mundial de Intelectuales en Defensa por la Paz de Breslavia en 1948. Un año después ejecutó los 32 grabados que ilustraron Cuerpo perdido, entre ellos el fantástico retrato al aguafuerte del autor que, en 1956, sería reutilizado como cartel para el I Congreso de Escritores y Artistas Negros, celebrado en la Sorbona.
Además del interés por la cultura y el arte africanos, Césaire y Picasso compartían el gusto por lo onírico y lo inconsciente. Si bien los poemas de Cuerpo perdido hablan de la visión semibestial colonialista que se tenía de la cultura negra, Picasso le añade un juego metamórfico de plantas animalizadas o con rasgos humanos, además de fantásticamente sexuadas.
Un libro para su amigo Arias
Hombre leyendo
Dibujo a rotulador sobre portadilla de Dibujos y escritos, 9 de noviembre de 1966.
Col. Familia Arias, Depósito Museo Casa Natal Picasso
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
En noviembre de 1966 el peluquero Eugenio Arias cumplía 57 años y, como regalo, su amigo Picasso, que lo trataba como a un hijo, le ofreció un ejemplar personalizado del libro Dibujos y escritos que Camilo José Cela había publicado unos años antes.
El libro contenía, como su propio título indica, un capítulo de dibujos, bellamente reproducidos en litografía, y otro de escritos de Picasso, en concreto el poema Trozo de piel, publicado de forma íntegro por primera vez por Ángel Caffarena en Málaga, con dibujos del escritor gallego.
Para celebrar el cumpleaños de su querido barbero, Picasso no se limitó a hacer una simple dedicatoria —algo que hacía muy a menudo—, sino que decoró 35 páginas a rotuladores, destacando un espectacular Hombre barbudo a varios colores que pudimos ver en la exposición Exilio y nostalgia de estas mismas salas, y un segundo Hombre leyendo a rotulador negro que se expone aquí por primera vez al público. Además, tres de los nueve dibujos reproducidos en litografía fueron trabajados de nuevo por el artista con rotuladores y, por último, decoró los márgenes de sus escritos y algunas hojas en blanco con arabescos y formas abstractas, algo muy poco usual en su obra.
«Soy un pintor viejo y un poeta recién nacido»: Picasso escritor
Poemas y litografías. Hoja 13.
Litografía, [impresión: diciembre 1954]
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
En una visita a España a comienzos de 1936, Paul Eluard señala que Picasso se encuentra desde el año anterior inmerso en una «crisis espiritual profunda» que le impide pintar, «está con la fiebre de un poeta de veinte años. Muy español siempre en su vida, Picasso escribe con furia, trasnocha como un Ramón Gómez de la Serna ante su mesa, hasta las cinco de la mañana».
Picasso escribe, como dice Eluard, con furia. Esto significa que lo hace continuamente y sin paradas. Puede percibirse en la lectura de sus líneas, convertidas en una vertiginosa sucesión de imágenes vernáculas y cotidianas. Las palabras manan a raudales, a menudo cargadas con los olores o sabores de sus recuerdos de la infancia y mezcladas con diversas escenas extraídas del mundo de la tauromaquia.
«Soy un pintor viejo y un poeta recién nacido. Estoy contento», dice Picasso sin tomarse aún muy en serio. Al menos en el sentido tradicional del término, no se considera un escritor, como tampoco artista. Incapacitado para la pintura desde 1935, se vuelca en una literatura que, tanto en español como en francés, no responde a normas gramaticales ni a una lógica narrativa.
Entre los textos literarios que Picasso publicó en vida se encuentran la carpeta Sueño y mentira de Franco que ya hemos visto un poco antes, las piezas teatrales El deseo atrapado por la cola y Las cuatro niñitas, algunos poemas como Trozo de piel y otro texto publicado bajo el título El entierro del Conde de Orgaz, que cierra la exposición.
La literatura de Picasso según Alberti: el libro-enredadera o libro-liana
Cubierta para El entierro del Conde de Orgaz.
Reproducción litográfica de un original en tinta del 23 de abril de 1969
© Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2021
Rafael Alberti, integrante de la última tertulia de Picasso junto con su yerno, el fotógrafo argentino Roberto Otero, comparte intereses y gustos con Picasso. Si el gaditano es un poeta con alma de pintor, el malagueño es todo lo contrario. Le recuerda sus orígenes andaluces. Se compenetran y se piden consejo mutuamente.
En No digo más que lo que no digo, prólogo a El entierro del Conde de Orgaz, Alberti describe la literatura picassiana de la siguiente manera:
Una palabra tira de cien, de mil palabras,
un recuerdo de cien, de mil recuerdos,
una visión de cien, de mil visiones,
una imagen de cien, de mil imágenes,
un objeto de cien, de mil objetos.
Pablo según va andando va creando la selva,
poesía liana,
movimiento perpetuo,
poeta enredador, enredadera.
(No intente poner comas ni otros signos el que esta obra leyere. Léala sin aliento, pues puede sucederle si se para ser sepulto en la onda y arrastrado y tundido, sin socorro posible. Será mejor que comience de nuevo).
Un recorrido por la exposición en AUDIOGUÍAS
1. Introducción
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2. El modernismo catalán y la Generación del 98. Juventud en Barcelona y Madrid
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3. El Bateau-Lavoir: la bohemia cultural parisina
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4. Su primer gran proyecto de ilustración: el Bestiario o Cortejo de Orfeo de Apollinaire
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5. Literatura de compromiso
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6. Picasso, la Resistencia y la literatura comprometida
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7. Madeleine Riffaud y otros héroes de la Resistencia
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8. La corrida de luto
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9. Cocteau y Radiguet
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10. Yvan Goll, otro surrealismo
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11. Negritud: Picasso y Aimé Césaire
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12. Un libro para su amigo Arias
Español Inglés Francés Alemán Italiano Chino
13. "Soy un pintor viejo y un poeta recién nacido": Picasso escritor
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14. La literatura de Picasso según Alberti: el "libro-enredadera" o "libro-liana"